AMLO y la cuarta transformación
La austeridad republicana, la cancelación de la reforma educativa, la revocación de mandato, la consulta popular, la desaparición del outsourcing y la prohibición de eximir impuestos; son algunos de los cambios institucionales más importantes que se han generado con La Cuarta Transformación (4T).
ENSAYOS
Santino Ciganda
7/23/20244 min read
Ahora, lo cierto es que además de estas decisiones de política práctica, la 4T acompaña estos movimientos con un gran campo conceptual, una concepción política que tiene su anclaje en la historia. Aquí me interesa ahondar. La 4T sustenta -y orienta- su discurso político basándose en tres hechos de la historia de México:
La independencia, el movimiento armado llevado adelante para liberarse de 300 años de opresión española y que tuvo su lugar desde 1810 a 1821. La reforma, esta conocida guerra entre liberales y conservadores, que se dio entre 1858 y 1861.
Mientras que la otra pata, es la propia Revolución, aquel levantamiento contra el régimen de Porfirio Díaz que inició en 1910 y se extendió hasta 1917;
Estos tres acontecimientos históricos condensaron, a lo largo del tiempo, la identidad de un país; tres hechos que pretenden encarnar el sentido de la historia Mexicana.
Ahora bien, lo importante de esto es comprender el enfoque de la perspectiva trazada por AMLO (Andrés Manuel López Obrador): lo que importa es dejar bien en claro la relevancia de la historia como tal. La historia como sustento del proyecto político, como anterioridad colectiva; la historia como posibilidad de sentido y sobre todo, como elemento esencial en la construcción de una nación.
El nombre lo esclarece aún mas: el propósito político es generar el cuarto hecho histórico. Auto introducirse en la historia. De forma práctica y conceptual. Transformar la realidad. Aquí llegamos a un punto de encuentro con nuestro presidente, Javier Milei. Digo, cae de maduro la similitud del aire mesiánico que rodea a la propuesta. Se siente casi de inmediato.
Lo cierto también es que una diferencia clara con nuestro presidente también salta a la vista como una flor en primavera: la distancia con que ambos presidentes juzgan a la historia como un valor social. Para Milei la historia es un hecho lateral, como si el pasado fuese un juego simple y aburrido. Lo que a veces olvida el presidente es que la historia no es un museo de momias como nos supo enseñar Eduardo Galeano, y que si el pasado es contradictorio, es porque el presente -único lugar donde se puede resignificar el pasado- también lo es.
UNA CUESTIÓN DE LECTURAS
En realidad diferencias hay muchas, como la perspectiva del rol del estado. Para AMLO el estado es un garante de derechos para un pueblo y no un universo de posibilidades: “En esta nueva etapa de la vida nacional el Estado no es gestor de oportunidades, que es como se presentó de manera explícita la política social del régimen neoliberal. Es y será, en cambio, garante de derechos. La diferencia entre unos y otros es clara: las oportunidades son circunstancias azarosas y temporales o concesiones discrecionales sujetas a termino que se le presentan a un afortunado entre muchos y puede ser aprovechadas o no; los derechos, en cambio, son inmanentes a la persona y al colectivo, irrenunciables, universales y de cumplimiento obligatorio”.
Otra diferencia es el valor puesto en la cultura. Es de público conocimiento la gran editorial Fondo de Cultura Económica, que con libros de bajo costo y accesibles para la mayoría, promueven la lectura a lo largo y ancho del país. A eso se le suma el tiraje masivo de las colecciones de revistas como la Popular y Vientos del Pueblo, que en conjunto con los 16 mil clubes y salas de lectura distribuidas en los rincones del país, fomentan la educación literaria y popular. Conocidos son también los estímulos hechos por AMLO en cada discurso recomendando libros de literatura, historia, política, poesía, periodismo de la tradición Mexicana.
UN ASUNTO CULTURAL
“La única manera de combatir el narcotráfico es que ese joven deje de admirar al gangster que tiene una cadena de oro de kilo y medio al cuello, y encuentre un sentido de vida en la educación, la salud, el deporte, la cultura”. Lo que quiero decir es que para AMLO un profundo cambio político es posible únicamente si se proyecta de la mano de un profundo cambio de pensamiento. Y para eso busca su anclaje y su orientación en la historia y en la cultura.
Su revolución está ahí: en la Concepción del mundo que acompaña cualquier decisión política. ¿Cómo resignificar una perspectiva comunitaria en un mundo de discursos individualistas imperantes? Cómo resignificar lo humano en un mundo donde el dinero es un Dios al que se le rinde culto y devoción? Cómo pensar las relaciones humanas desde una lógica que no sea la de la oferta y demanda?
En un presente teñido por la perspectiva de la lógica del mercado, proponer a la historia y la cultura como valores fundamentales de una sociedad, ya conlleva en su propio gesto, un principio de transformación. La nobleza de dar la batalla.
AMLO tiene que estar tranquilo que parte de esa 4T que tanto anhela ya se ha generado en este sexenio. No sé si la que esperaba o creía, pero sin dudas la que hoy es. La que deposita a Claudia Sheinbaum como la primer presidenta de la historia de México. Y desde ya que no es poca cosa.